Cada vez que un lápiz cae en mis manos, sucumbo a la irresistible tentación de desarmarlo. No importa si es mio o de alguien más, igual lo abro, le saco la tinta, el resorte y todo lo que pueda.
Cada día, sagradamente, Pili saca una a una todas las prendas de su closet. Luego de escoger lo que usará ese día, las vuelve a ordenar meticulosamente.